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martes, 30 de septiembre de 2014

Vida

Hay veces en las que nuestra mente nos juega malas pasadas, veces que esas malas pasadas se convierten en pesadillas que te persiguen incluso cuando estás despierto. Unas pesadillas que no te dejan dormir, no te dejan estar despierto, no te dejan pensar. Pesadillas que nunca salen de tu mente, que las escuchas y las puedes ver. Pero solamente puedes hacerlo tú.

Cuando las gotas de lluvia caen sobre el cristal, empapado de sentimientos y palabras que jamás pudimos mostrar, me doy cuenta de lo triste y solitaria que es la vida. Caminar bajo la lluvia sin paraguas, dejando que las gotas rocen tu piel suavemente, con delicadeza, limpiándote de sentimientos y pensamientos malos. Dejando que todo se esfume como el vapor. El viento acariciando con delicadeza y suavidad mi cara, arrastrando mi pelo hacia atrás, haciendo que ondee como una bella ola de mar.

Nunca sabes cuanto dura la vida. Puede durar un instante, o una eternidad entera. Solo tú decides la durada de tu vida. La vida en si, no es un regalo. Es un castigo que a muchos les agrada, y a otros... se lo toman como lo que realmente es. Los años son números, simples números. Unos números amargos, fríos y sombríos.

Observar la lluvia caer, mientras la naturaleza nos está diciendo con esa lluvia que está triste, que siente pena y lástima por nosotros. La lluvia es la forma más bella de decirnos que somos unos inútiles incompetentes que no sabemos cuidar del sitio en el que vivimos. La naturaleza es sabia, y sabe como decirnos que le damos pena, pero también asco. Somos unos seres repugnantes.

Tendemos a ignorar esos ocultos significados, no nos importa qué ocurre con nuestra anfitriona, nuestra cuidadora, nuestra madre. Destrozamos este planeta como si fuera nuestro, y la única verdad es que es totalmente al revés. Este planeta no es nuestro. Nosotros somos de este planeta. Nosotros somo hijos de este planeta, hijos de la naturaleza que nos rodea con amor, y se lo agradecemos quemando y destruyendo sus paisajes. Somos unos seres repugnantes que solo sabemos destrozar el lugar más bello que podamos ver jamás.

Suaves y cálidas melodías suenan en el mar, ese hermoso lugar que no respetamos y no cuidamos. Ese sitio que ensuciamos y llenamos de basura por simple aburrimiento o pereza. Ese lugar que tan bello es y tan lleno de suciedad está. Y simplemente porque somos unos asquerosos cerdos que tiramos todo al mar como si fuera nuestra basura personal.

Bosques, ¿por qué los ensuciamos? Ese fresco olor, esa suave brisa, ese delicado cantar de los animales, ese símbolo claro y puro de la naturaleza. Donde miles de animales nacen, viven y mueren. Aunque por desgracia, no todos mueren por causas naturales, algunos son asesinados por nosotros, en grandes cantidades destrozando el hábitat entero de esos animales, junto a muchas más especies.

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